"CONFIDENCIAL", Estévanez Centenario


    
   El 6 de agosto de 1900 se publicó en la Revista Semanal “Gente Nueva” el poema titulado “Confidencial”, de hecho a esta revista hace referencia el mismo poema, como respuesta a la portada del numero 28 (14 de mayo de 1900) donde aparecía una imagen del almendro de la infancia de D. Nicolás con las siguientes estrofas del poema “Canarias”

   Mi patria no es el mundo,
mi patria no es Europa,
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
   A veces con delicia
mi corazón evoca
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas.

    Junto al poema, que hoy hace 114 de su publicación, aparecía una excelente caricatura de D. Nicolás, firmada por Crosita, y un sentido artículo de Manuel Delgado Barreto, director de la revista, exaltando su figura.



                                                    A PATRICIO

    Al recibir la ofrenda inesperada
de un periódico isleño bien escrito 
que ostenta en su portada
el viejo almendro de mi patria, amada
con amor infinito,
he sentido tan fuertes emociones
traducidas en lágrimas sinceras,
cual si tuviera en mí cien corazones
y de todos brotara a borbotones
el liquido raudal de mis quimeras.
    Quimeras infantiles
que convertidas por el tiempo en agua,
si antaño dieron rasgos varoniles,
no son ya sino pálidos perfiles,
distantes y borrosos,
de los ensueños que la mente fragua
en instantes de veras venturosos.   
    Mis horas de ventura
no fueron, no, los de la gloria ansiada,
que fueron ¡ay! los de la vida oscura
entregado al placer de la lectura
debajo del almendro,
pues sin saber botánica ni nada
he sido un filodendro
en mi existencia errante y agitada.
    Los secretos ignoro que la ciencia
ha descubierto en árboles y flores,
me falta de los sabios la paciencia
que exigen sus labores,
pero nadie me gana en suficiencia
para entender de aromas y colores.
    Y cual otros recuerdan de sus viajes
haber visto palacios y museos
con artísticos trajes
o históricos trofeos,
yo conservo nostálgica memoria
de aquellas arboledas sevillanas
que en Marzo y en Abril huelen á gloria,
y de salvajes ceibas antillanas
y de amantes palmeras africanas.
    Pero más que las palmas orientales
y más que los naranjos olorosos
y más que las maniguas tropicales
ó del norte los pinos resinosos,
me enagena el almendro de mi infancia,
de blanco fruto y plácida fragancia.
    Nacimos a la vez; creció frondoso
al pie de mi ventana
el árbol oloroso,
el almendro feliz de mis querellas;
fuimos en la niñez grandes amigos,
y de nuestra amistad fueron testigos
la fuente más cercana,
los pájaros, las brisas, las estrellas.
    Tempestades rugientes
de la vida y la lucha y las pasiones
me transplantaron de mis dulces lares,
llevándome por climas inclementes
y procelosos mares,
como van por el aire los alciones
envueltos en ciclones.
    Y entretanto mi almendro solitario
cada vez mas lozano y más florido
en el solar canario,
cuando yo encanecido,
pasadas las alegres ilusiones,
desciendo los postreros escalones
que conducen al reino del olvido...
   Mas si llega al almendro abandonado
un eco de mi triste pensamiento,
se hablarán del poeta desterrado
las hojas removidas por el viento.
    Yo no sé los almendros lo que duran
en este mundo donde todo acaba,
donde todo fenece en breves días;
pero las musas de mi patria auguran
en blandas armonías,
que el que su sombra en la niñez me daba
vivirá mientras haya trovadores
en la tierra sin par de mis amores.

                                                              NICOLÁS ESTÉVANEZ.

           Jetafe 1900.

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