Día de las Letras Canarias 2020: Josefina de la Torre.


En este año 2020, el Día de las Letras Canarias está dedicado a Josefina de la Torre, como homenaje a su obra reproducimos fragmento de un poema en el que nombra a nuestro barrio, publicado en su obra “Medida del tiempo”.

Noches sobre la playa: rumor de orilla fresca. 
Blanco batir de remos que la sombra sorprende. 
Sobre la barra grande los hachones de pesca, 
y un cuerpo perezoso que en la arena se tiende. 

En lo alto de la Isleta el faro gira y gira. 
Un denso olor a algas... Venus, la Osa Mayor... 
Rasguea una guitarra. Una mujer suspira. 
La brisa trae aromas de madreselva en flor.

El día central de esta conmemoración es el 21 de febrero, fecha del fallecimiento de José Viera y Clavijo en 1813, esta fecha es coincidente con el Día Internacional de la Lengua Materna, al respecto aconsejamos este artículo del brillante historiador Rumen Sosa publicado en Tamaimos.

Enlace al artículo: Letras Canarias y Lengua Materna 


A continuación reproducimos reseña biográfica obtenida de la página web de la Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.

Josefina de la Torre nació en 1907 en el seno de una familia de intelectuales en Las Palmas de Gran Canaria, y allí pasó su infancia y su juventud. Cuando era apenas una muchacha de veinte años, viajó a Madrid junto a su hermano Claudio de la Torre, que había recibido el Premio Nacional de Literatura en 1923. Además de prepararse en la academia de canto de Dahmen Chao, fue testigo presencial de la efervescencia cultural que se cimentaba en Madrid, colaborando en revistas poéticas de prestigio como España, Alfar, Verso y prosa, La Gaceta Literaria y Azor.
Justamente en el célebre año de 1927, Josefina publicó “Versos y estampas”, su primera obra literaria. Esta obra es editada por la revista Litoral y prologada por Pedro Salinas, que la bautiza como muchacha-isla. Dos años más tarde, ve la luz su libro ”Poemas de la isla”. En esa época, se trasladó junto a su hermano Claudio a los estudios franceses de la Paramount en Joinville, donde trabajó como actriz de doblaje.
Tras el estallido de la Guerra Civil, regresó a Canarias junto a su hermano Claudio y su esposa, Mercedes Ballesteros, con quienes fundó la colección La novela ideal. En ella escribe, bajo el seudónimo Laura de Comminges, una serie de novelas amorosas. Una vez ha terminado la guerra regresó a Madrid, debutando en 1940 como primera actriz del Teatro Nacional María Guerrero. A la actividad teatral se suma la cinematográfica, pues realiza una serie de papeles secundarios entre 1941 y 1945. La represión franquista, que había disuelto a los poetas republicanos de la Generación del 27, parece ser una de las causas de esta inclinación por la interpretación en detrimento de la poesía. Sin embargo, su vocación como actriz se había fundamentado en su núcleo familiar. Prueba de ello es la celebridad que obtuvo el Teatro mínimo, que es el nombre con el que se conoce a una serie de representaciones que los hermanos organizaban en su casa de la Playa de Las Canteras. Como resultado de esta inclinación, en 1946 fundó su propia compañía teatral, la Compañía de Comedias Josefina de la Torre, junto a Ramón Corroto, que años más tarde se convertiría en su esposo. También actuó en otras compañías, hasta 1958. Asimismo, entre 1944 y 1957 trabaja como primera actriz del Teatro Invisible de Radio Nacional y, con posterioridad, en Radio Madrid. El teatro la acoge en su seno y le devuelve el clamor de una fama que el cine le había negado, pues nunca obtuvo en la gran pantalla papeles protagonistas. Esta circunstancia aparece retratada en su novela corta Memorias de una estrella, que se publica en 1954 junto a En el umbral, en la colección La Novela del Sábado, de ediciones Cid.
Durante los años sesenta colaboró también como actriz en series televisivas y publicó su poemario Marzo incompleto (1968). A finales de los ochenta aparece su obra poética reunida bajo el título “Poemas de la isla”, que diez años más tarde será recogida en una edición bilingüe a cargo de Carlos Reyes.
Los reconocimientos a su labor llegan con el nuevo siglo: en el 2001 se le dedica la exposición Los álbumes de Josefina de la Torre: La última voz del 27 en la Residencia de Estudiantes de Madrid, y en 2002 se le concede la Cruz de la Orden Islas Canarias. En ese mismo año, muere Josefina de la Torre en su casa de Madrid, lejos de la tierra que le vio nacer.


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